El aislamiento social para frenar la pandemia puede ser oportuno para reflexionar sobre cuándo es un buen momento para descorchar grandes botellas
Seguramente tengas, en algún rincón de la casa o en la cava eléctrica, una botella «especial»; o varias. A veces, ese término se aplica a un gran vino que se ganó ese derecho por el enólogo que estuvo detrás, o por algún puntaje de algún gurú del exterior. Otras veces, es especial solo por quién nos las obsequió.
Y hay quienes la mantienen ahí, esperando y esperando, para que esa botella especial pueda abrirse en un momento especial.
Pero la cuarentena nos obliga, ahora que nos ponemos más reflexivos y mucho más introspectivos, a repensar en nuestra escala de valores, qué es específicamente a lo que nos referimos cuando hablamos de «momento especial«.
Poniéndolo en perspectiva, y a medida que se apilan los días, y en semanas en las que el viernes se pone el traje del lunes, y el martes se maquilla de sábado, un momento especial bien podría ser cualquier reunión con amigos, incluso un encuentro improvisado y que surgió en el momento. O, simplemente, uno de los tantos asados en familia.
Cualquier postal, cualquier imagen que deje en el recuerdo el (necesario) mandato del distanciamiento social que rige hoy día, pasa a ser un momento especial.
Entonces, seguramente, cuando veamos esa botella, juntando polvo en un rincón oscuro o acumulando horas de vuelo en la cava eléctrica, podemos recapitular: ¿cuántos momentos especiales dejamos pasar? ¿Cuántos momentos hubiesen merecido un descorche que esté a la altura, así se trate de una juntada con empanadas o un asado al mediodía?
Y entonces, acto siguiente, la pregunta obligada pasa a ser, ¿por qué guardar un vino esperando que un momento esté a la altura de esa botella? La cuestión es: ¿a veces no estaremos sobreestimando el valor (no solo en términos monetarios) de un vino y subestimando el valor de un encuentro o, por qué no, de un momento a solas?
La gran periodista Elisabeth Checa suele hablar de «el vino y sus circunstancias«. Esto significa, ni más ni menos, que el vino se puede volver un elixir inolvidable, justamente por el contexto, y entregarnos una experiencia grandiosa; o que el propio contexto lo puede convertir en un líquido perfectamente olvidable e intrascendente.
Por eso, la cuarentena, el encierro y la imposibilidad de recuperar nuestra vida diaria, además de hacernos reflexionar sobre un amplio abanico de cosas, nos puede empujar a adquirir un hábito más saludable: empezar a guardar menos vinos para momentos especiales. O, mejor dicho, dejar de subestimar cada momento y empezar a hacerlos dignos de cualquier vino.
¿Se guarda un vino para ver cómo evoluciona? ¡Perfecto! Esa es una gran razón para dejar descansar una botella el tiempo que sea necesario. Pero para el resto de las botellas, sean caras, «especiales» o sublimes, el momento puede ser hoy, incluso en cuarentena.
Así como privamos al mundo de abrir ricos vinos antes de la pandemia, que ahora el aislamiento no siga demorando lo que debió haber ocurrido hace tiempo. Entonces, es hora de desempolvar esos grandes vinos. Y si es esta noche, ¡mejor!
Fuente: https://www.iprofesional.com/vinos/312568-cuarentena-momento-ideal-para-abrir-vinos-especiales